La historia se puede leer en los libros, se puede observar en los museos, pero se respira en las ciudades.

En Italia tuvimos una gran civilización pelasga, precursora de Roma, los etruscos: navegantes, orfebres, ingenieros de construcción, artistas, sacerdotes de fama indiscutible.

La fascinación del pueblo etrusco y el misterio en el que están envueltos atrae a estudiosos de muchas partes del mundo y empuja a los museos a encargar réplicas de piezas famosas a artesanos locales sobre las que pueden estudiar libremente.

En Cerveteri participamos de algunas lecciones interactivas caminando entre los restos de la Necrópolis de Banditaccia, y de un taller de un famoso artesano local.

Hemos podido comprobar que nada se deja al azar: los jarrones tienen formas que reflejan funciones específicas y están decorados de tal manera que no solo son hermosos, sino sobre todo educativos, gracias a los mitos que cuentan.

Los artistas rara vez dejaban su firma, un objeto tenía valor no por la marca, sino por la calidad del material utilizado y por la artesanía y la estética que expresaba.

No como en nuestros días…

Pero estamos seguros de que volveremos a la calidad y sustancia de las cosas.

Por eso es importante estudiar la Historia, ¡y luego vivirla!