Todo comenzó con la representación del mito de la caverna de Platón. Juntos reflexionamos sobre qué son las “sombras”, por qué nos resulta difícil admitir un punto de vista diferente, que “trabas” impiden y cuales favorece la unidad. Para poner a prueba la teoría con la práctica, los participantes realizaron prácticas sobre la cohesión. La experiencia demostró que, incluso si conocemos la respuesta correcta, no es tan fácil lograr la unidad en la práctica.

Y luego la filosofía práctica viene al rescate. En la siguiente etapa – “La rueda de las prácticas” –, cada participante pudo dominar 4 claves filosóficas que ayudan a la interacción armoniosa con los demás:
1) la clave de la “gratitud” de los estoicos,
2) la clave de la “capacidad de ver lo mejor” de los neoplatónicos,
3) la clave de la “interconexión y la compasión” del budismo,
4) la clave de “ser feliz cultivando las propias virtudes” de Aristóteles.

En la fase de diálogos breves, “¿Hablamos?”, se habló de cómo aplicar estas claves en la vida, los estudiantes de Filosofía compartieron sus experiencias y todos se conocieron mejor.

En el tradicional diván filosófico respondieron a preguntas apasionantes sobre el propósito, la responsabilidad, el perdón…

Y al final, ya entrada la noche, los participantes se dieron cuenta de que ellos mismos habían pasado de la diversidad a la unidad, del completo desconocimiento de los unos de los otros a comprender lo que nos une a pesar de nuestras diferencias.